Una
dentellada al gris comestible, la voluntad de hundir los remos.
Navegar con las manos sumergidas en el reflejo, en sus ventanas
mal cerradas; sentir el sol allí, donde roza apenas la
frente del edificio en ruinas o sus entrañas en construcción;
andar muy despacio, con los pies enfangados en las agujas de luz
que sostienen las casas.
En lo que se halló, detrás del reguero de agua
que abre un nido nuevo, poblado de escaleras y de sombras, de
brazos que se cruzan con las ramas incorpóreas de otro
árbol.
El viaje empieza en los pilares -donde, creímos, se escondían-,
en los raíles subterráneos, tejiendo lana sucia
de la realidad esquilada para ceñirse la túnica
de la levedad. Otras velas, porque se pararon las olas, las voces,
los motores.
Había una madera fugitiva, una extranjera que se agazapaba,
una línea de tiza escapando de los barrotes, dividiendo
el mármol.
Existe un mapa impreciso -una geometría secreta de las
calles vaciadas-, en las junturas de sus ladrillos, en la oscuridad
exultante de los balcones que no habitamos. Una tonalidad de colores
nacientes o borrados, un proceso ininterrumpido de pasaje. Un
mapa de continuidad.
Lo que se abre en el quiebre, en el ojo, en el derrumbe. La
luz que se cuela -que se posa un instante, como pájaro
exhausto-, que se hace visible, corpórea, para el retrato.
Si no te sientas en ella -si rehúsas usarla y optas por
su contemplación-, la silla se embellece, se deja adornar
por el claroscuro de las horas, y así enjaezada se transfigura
poco a poco en una letra. Una letra rara, única, impronunciable.
Engarzarlas una a una. Aprender a hablar.
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-Esther
Ramón-
Poeta y crítica. Ha escrito textos
de crítica literaria y estética para diversas
publicaciones. Suya es la introducción al libro Poemas
encadenados
de Pedro Casariego Córdoba (Seix Barral 2003). Su primer
poemario es Tundra
(Igitur 2003), y varios de sus poemas han sido publicados en
diferentes revistas y suplementos culturales, algunos de ellos
traducidos al sueco -para la antología Joven Poesía
Europea, de la revista cultural OOTAL- y al inglés para
Brindin Press. Tiene inéditos los libros Reses,
Grisú
y Pájaro
frío.
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z
MIRADAS
TRASERAS
Dario Assante
Un
rincón sin luz entre edificios en una calle estrecha. Un
sótano inmenso y vacío. Un bosque de puntales. Una
obra dejada a medio hacer. Un lugar sombrío debajo de un
viaducto. Una oficina donde no hay objetos ni gente.
Existen lugares sin vida y sin luz que pertenecen a un mundo encerrado
definitivamente en el cuarto trasero de nuestra vida cotidiana.
Lugares intermedios e indefinidos. Lugares con los que convivimos
pero que preferimos evitar, quizás por el miedo sutil que
imponen su oscuridad siniestra y su silencio enigmático.
En estos lugares normalmente no nos detenemos, los atravesamos
con cierta prisa mirando de reojo si aparece alguien a nuestra
espalda, buscamos la salida disimulando agobios y recelos.
Las fotografías de Mark Bentley retratan micro territorios
urbanos, las chambres vague que acompañan nuestro entorno
cotidiano. Entran en estos interiores/exteriores con una mirada
de frente que se construye por superposición de tomas contiguas.
La traslación del punto de vista sugiere el movimiento
horizontal del ojo que intenta acotar los límites y abarcar
más detalles. Mirada ampliada y ampliación del espacio
conviven al mismo tiempo.
Ningún ser humano anima estos espacios de nadie. Esta voluntad
del autor tiene un efecto sorprendente: otra vez nos convertimos
en únicos protagonistas pero sólo ahora podemos
detenernos sin miedo. Estamos obligados a abrir los ojos y de
repente somos capaces de apreciar los matices que la cámara
de Mark Bentley consigue sonsacar de la densa y húmeda
atmósfera de esos lugares.
Así aparecen detalles totalmente inesperados. Son silenciosos
relatos que hablan de espacios que el tiempo no desgasta, que
la luz no esfuma, que la presencia del hombre no consuma porque
nadie toca ni usa los muros y los objetos de esos parajes. En
estas fotografías prima una materia de colores densos,
escasamente iluminada por luces fluorescentes o tímidas
rendijas que dejan apenas entrar un sol pálido y lejano.
Las miradas traseras de Mark Bentley se convierten en un medio
que insinúa la posibilidad de encontrar para esos lugares
una estética autónoma, capaz de alimentarse del
frágil equilibrio entre lo sublime y ese vértigo
que nos proporcionan (e inevitablemente siempre nos proporcionarán)
los sótanos del mundo.
Dario
Assante
Arquitecto y crítico
colaborador de la revista Pasaje de Arquitectura y Crítica
(Madrid)
Coordinador de área del departamento de Arquitectura de
Interiores del Istituto Europeo di Design, Madrid.
RESUMEN
TRAYECTORIA Y OBRAS DE MARK BENTLEY
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