EXPOSICIÓN ACTUAL >ANTONIO GÓMEZ: "EL PESO DEL SILENCIO", PINTURAS > 29 de OCTUBRE - 4 de DICIEMBRE 2004

 

Un mar de tierra perpetua corta el cielo

campo - tierra - pintura - conciencia de la materia
horizonte - fuga - hito - símbolo - desposesión del espíritu
errancia del pensamiento


"Espacios de acceso al silencio, a lo invisible del mundo (1); territorios poéticos que respiran quietud: momentos de inflexión, donde intuimos que o ya todo ha sucedido, o todo está a punto de suceder; paisajes suspendidos entre lo poético y la realidad, entre la verdad y la mera existencia; pintura gris, ocre, gris: nada aquí invita a pesar o medir (2).

Omnipresencia del horizonte: horizontes altos, como queriendo mostrar en la desnudez, la erosión y la "carne" aún viva de la tierra, hermosísima en su dramatismo esta tierra quemada; horizontes bajos que dejan el cuadro al aire, otra vez gris, con una luz tibia, acídica, luz del silencio, que ralentiza el tiempo de contemplación de la obra... Enorme carga poética para esta época del "packaging" en que todo, incluso el arte y el pensamiento, se envuelve en "divertidas" propuestas o en sesudos discursos.

Paisajes o no-paisajes, ficciones, territorios, pinturas al fin y al cabo, vacíos, dramáticamente despojados, de resonancias valentenianas. Composiciones sencillas, sabias, donde cada cosa, cada elemento, cada pincelada es consciente de la presencia de los demás, y "saben", ajenos a la voluntad del pintor, el porqué de su tamaño, ubicación, tono y figura. Mínimas pero tensionadas presencias que anuncian la inminencia de un leve gesto: una nube inquietante, un ligerísimo resplandor, un globo que acentúa la idea de fuga, algunos tocones: campos castigados, rastrojos, pérdidas... o un lejano silo: lugar donde, sin duda alguna, se reconoce el poeta. Motivos suficientes para hacer tu pintura, elementos generadores de gravitaciones capaces de alterar la emoción y también el tiempo.

Pequeñas verdades autónomas, desveladas, recreadas, al margen de palabrerías y conceptualismos que las intenten justificar; al margen de "taifas", afectaciones y poses. Obras "de proceso", lento, de desocultación (3), de pequeños descubrimientos, casi de decantación, dotadas de una materialidad rotunda (oficio verdadero del artista) (4), realizadas desde una hondura poética que, paradójicamente en tu caso, nunca podrá reducirse a asignatura.

Me resulta cuanto menos extraño escribir sobre la obra de otro pintor al que me unen grandes afinidades, ciertas actitudes y una manera de entender la pintura. Hoy en día, ante tanto despliegue de tecnología audiovisual o de medios informáticos que, salvo muy escasas excepciones, generan aún mayores dependencias y servidumbres al artista, algunos seguimos creyendo que los medios más someros, el carboncillo y el lápiz, a veces incluso los restos de un café y una servilleta, son lo que realmente te hace libre; el pintor-pintor es un raro ejemplar en extinción, así que cuídate Antonio. Seguramente nos veremos en el barro...


Luis G. Adalid

 

(1) Balthus: "Memorias"; (2) Luis Racionero: "Leonardo da Vinci"; (3) María Fernanda Benedito: "Heidegger en su lenguaje" / Félix de Azúa: "Diccionario de las artes"; (4) Ignacio Castro: "Trece ocasiones"


* PARA MÁS INFORMACIÓN: TRAYECTORIA DE ANTONIO GÓMEZ

 
   
 
   
 
   
 
   
 
   
 
   
   


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