Un
mar de tierra perpetua corta el cielo
campo
- tierra - pintura - conciencia de la materia
horizonte - fuga - hito - símbolo - desposesión
del espíritu
errancia del pensamiento
"Espacios
de acceso al silencio, a lo invisible del mundo (1);
territorios poéticos que respiran quietud: momentos
de inflexión, donde intuimos que o ya todo ha sucedido,
o todo está a punto de suceder; paisajes suspendidos entre
lo poético y la realidad, entre la verdad y la mera existencia;
pintura gris, ocre, gris: nada aquí invita a pesar o
medir (2).
Omnipresencia del horizonte: horizontes altos, como queriendo
mostrar en la desnudez, la erosión y la "carne"
aún viva de la tierra, hermosísima en su dramatismo
esta tierra quemada; horizontes bajos que dejan el cuadro al aire,
otra vez gris, con una luz tibia, acídica, luz del silencio,
que ralentiza el tiempo de contemplación de la obra...
Enorme carga poética para esta época del "packaging"
en que todo, incluso el arte y el pensamiento, se envuelve en
"divertidas" propuestas o en sesudos discursos.
Paisajes
o no-paisajes, ficciones, territorios, pinturas al fin y al cabo,
vacíos, dramáticamente despojados, de resonancias
valentenianas. Composiciones sencillas, sabias, donde cada cosa,
cada elemento, cada pincelada es consciente de la presencia de
los demás, y "saben", ajenos a la voluntad del
pintor, el porqué de su tamaño, ubicación,
tono y figura. Mínimas pero tensionadas presencias que
anuncian la inminencia de un leve gesto: una nube inquietante,
un ligerísimo resplandor, un globo que acentúa la
idea de fuga, algunos tocones: campos castigados, rastrojos, pérdidas...
o un lejano silo: lugar donde, sin duda alguna, se reconoce el
poeta. Motivos suficientes para hacer tu pintura, elementos generadores
de gravitaciones capaces de alterar la emoción y también
el tiempo.
Pequeñas
verdades autónomas, desveladas, recreadas, al margen de
palabrerías y conceptualismos que las intenten justificar;
al margen de "taifas", afectaciones y poses. Obras "de
proceso", lento, de desocultación (3),
de pequeños descubrimientos, casi de decantación,
dotadas de una materialidad rotunda (oficio verdadero del artista)
(4), realizadas desde una hondura poética
que, paradójicamente en tu caso, nunca podrá reducirse
a asignatura.
Me
resulta cuanto menos extraño escribir sobre la obra de
otro pintor al que me unen grandes afinidades, ciertas actitudes
y una manera de entender la pintura. Hoy en día, ante tanto
despliegue de tecnología audiovisual o de medios informáticos
que, salvo muy escasas excepciones, generan aún mayores
dependencias y servidumbres al artista, algunos seguimos creyendo
que los medios más someros, el carboncillo y el lápiz,
a veces incluso los restos de un café y una servilleta,
son lo que realmente te hace libre; el pintor-pintor es un raro
ejemplar en extinción, así que cuídate Antonio.
Seguramente nos veremos en el barro...
Luis G. Adalid
(1)
Balthus: "Memorias"; (2) Luis Racionero: "Leonardo
da Vinci"; (3) María Fernanda Benedito: "Heidegger
en su lenguaje" / Félix de Azúa: "Diccionario
de las artes"; (4) Ignacio Castro: "Trece ocasiones"
*
PARA
MÁS INFORMACIÓN: TRAYECTORIA DE ANTONIO GÓMEZ